La lección del caballo rosa: vas a recibir lo que pides. Asegura que tu instrucción o petición describe aquello que esperas recibir.

En una reunión familiar un pequeño de 9 años con una caja de lápices de colores está dibujando caballos en unas hojas de papel. El niño utiliza una gran variedad de colores, algunos disparatados como el amarillo o el verde para las patas o cabeza del animal. Demuestra creatividad con las formas del caballo, pinta hierba, árboles, un jinete y cualquier elemento que le parecen adecuados. 

Cada vez que termina un dibujo se lo entrega a la persona para quien lo ha dibujado: el abuelo, la tía, la madre, la abuela… 

Después de unas horas, y sin haber recibido mi dibujo, le comento lo bonitos que son sus dibujos y la ilusión que me hace recibir uno suyo y le pido que me dibuje un caballo.

Sorprendentemente, a los pocos segundos me pregunta: ¿de qué color quieres el caballo? de color rosa le respondo. 

Pasados unos minutos vuelve con mi dibujo: un caballo monocromático de color rosa sin ningún otro elemento decorativo. Ningún parecido con los dibujos anteriores llenos de colores y variedad de elementos que tanto me habían impresionado.

Lección: qué pides condiciona lo que recibes

En el trabajo: ¿recuerdas alguna situación similar? ¿qué podemos aprender de esta situación?

Qué podía haber hecho diferente al pedir el dibujo:

  • concretar cuál era el resultado esperado. Esperaba un caballo y algunos elementos que había observado en los dibujos anteriores, pero no lo dije. No debemos suponer que lo van a adivinar.
  • describir qué me había gustado de su trabajo anterior. Cuando comunico aquello que me agrada es muy probable que lo obtenga. Resulta  muy eficaz y es importante para reforzar comportamientos deseados. 
  • hacerle participar en la planificación. Es una buena práctica para comunicar en ambas direcciones qué esperamos y acordar el resultado a conseguir. Me proporciona la oportunidad de expresar mis expectativas.
  • comprobar el progreso de su trabajo. Me hubiera permitido comprobar las diferencias entre mis expectativas y lo conseguido hasta el momento. De esta forma puedo adaptar mis indicaciones para reducir o eliminar estas discrepancias. Ganamos en eficiencia al corregir desviaciones en su fase inicial.
  • motivar para ofrecer lo mejor. En las instrucciones no incluí ningún estímulo para hacer un trabajo excelente. Por ejemplo: dibuja el caballo más bonito en un campo con árboles, casa y otros animales. Para mejorar la productividad cada uno de nosotros debemos ofrecer lo mejor y no conformarnos con lo mínimo.

En este video encontrarás recomendaciones para dar instrucciones a un niño. En el caso de adultos, los conceptos sirven exactamente igual.

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